ESTÁNDARES, VERSIONES…

En el jazz, se considera un estándar al tema que ha adquirido cierta notoriedad, que es conocido por gran número de músicos y ha sido objeto de numerosas versiones, interpretaciones e improvisaciones.

Muchas canciones que llegaron a estándares ni siquiera fueron ideadas como canciones de jazz.

Pueden ser en su origen una canción tradicional, o bien una popular, o bien del ámbito teatral o del cinematográfico, pero también con frecuencia piezas compuesta por gente del propio mundo del jazz. Hay estándares de las distintas corrientes jazzisticas, así existen estándares del swing, del bebop, de la bossanova, etc. y también estándares que fueron creados dentro de un movimiento musical y adaptados a otro bien diferente. Los músicos del movimiento bebop, por ejemplo, aunque rompían con el jazz anterior y eran a menudo considerados con recelo, incluso desprecio, por los músicos de etapas anteriores, se reconocían deudores de sus antepasados musicales cuyo estilo dominaban perfectamente. En una mezcla de reconocimiento e ironía era habitual que saquearan temas clásicos y populares cambiándoles el nombre e interpretándolos de una forma tan compleja que los hacía irreconocibles hasta convertirlos en emblemas del nuevo jazz. Particularmente brillante haciendo esto era Charlie Parker. De sus temas Anthropology tomaba prestados las armonías de I got Rhythm, Ornitology las de How high the moon, Donna Lee se basaba en los acordes de Indiana y Ko Ko en los del tema de swing clásico Cherokee.

El estándar es, por consiguiente, un tema que se mantiene a través del tiempo, siendo conocido por la mayoría de los músicos y utilizado como soporte para improvisaciones. En este territorio común y escuela de aprendizaje para los músicos de jazz se hace posible la improvisación colectiva de músicos que nunca antes han tocado juntos, pero que conocen los estándares. El hecho de tratarse de temas conocidos es un arma de doble filo, pues es más fácil detectar los fallos. Además, un músico de jazz que los interprete en una jam session abusando de los clichés o transitando por caminos trillados será denostado, mientras que, como contrapartida, el que haga su improvisación de manera original y brillante obtendrá un merecido reconocimiento.

Hace unos meses en un artículo publicado en El País, el crítico musical Diego Manrique pedía una “moratoria” para los temas tocados hasta la saciedad, una especie de barbecho que los liberase de tanto manoseo. Espinoso asunto, porque en nuestro fuero interno hay una arcadia feliz musical, algo parecido a una maravillosa infancia donde la repetición de algunos temas que han troquelado nuestro cerebro como una nana nos produce satisfacción, sin menoscabo de que otra parte de nosotros busque incesantemente nuevas y sorprendentes experiencias musicales. Esto lo sabe el casi nonagenario armonicista belga Toots Thielemans, que en el último festival de jazz de San Sebastián hizo las delicias del respetable con maravillosas versiones de Summertime, The autumn leaves y Ne me quitte pas. Diego Manrique se refería entre otros temas a los que había que dejar en paz a My funny Valentine. Seguro que no ha escuchado una escalofriante versión de Pepe Torres a dúo con Carita Boronska*, grabada en 200X en el club Caravasar de Boadilla del Monte, en uno de esos instantes mágicos que buscan ansiosamente los melómanos -como el tahúr busca su repóquer de ases-, y que suelen ocurrir en los clubs, alejados de los festivales y de las estrellas mediáticas.

Algunos músicos de jazz sólo interpretan temas propios y no conocidos, más o menos los de su último disco, lo que puede resultar duro, si no son muy espectaculares, incluso para el melómano avezado. Así que intercalar el desafío de hacer una versión de algún que otro estándar que además resulte original suele ser bueno para enganchar al público y darle un respiro.

Otro tipo de versiones son las que se han hecho de temas “estándares” de música clásica, que son innumerables y, a menudo, muy discutidas. O quizá algunos temas de “clásica” se convirtieron en estándares después de hacerlos famosos en la música popular. Por ejemplo Miles Davis en su disco Sketches of Spain se acercó a la música española en 1959 “versioneando” el adagio del Concierto de Aranjuez y la Canción del fuego fatuo de El Amor Brujo. Pero la versión que dio a conocer en todo el mundo el Concierto de Aranjuez fue la del cantante melódico Richard Anthony en 1967. Chick Corea, por su parte, cita brevemente este adagio en la introducción de su tema Spain, que grabó con su banda de jazz rock Return to forever en 1976.

Otra versión celebérrinma de jazz rock es la que hizo Eumir Deodato de Así habló Zarathustra, en 1972. Más discutible fue la versión pop del Himno a la alegría que hizo Miguel Ríos, una exitosa adaptación grabada en 1969 del último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven, que no dio más fama de la que ya tenía, ni derechos de autor, al célebre compositor alemán.

En los comienzos del pop y del rock eran típicas las versiones en castellano de los grandes del pop sajón. Especialistas en estas traducciones como Los Mustang acercaron a “Los” Beatles al público hispano parlante, por ejemplo. Hoy ya no se hacen estas traducciones, por el contrario existen imitadores que son casi clónicos del artista o grupo original, como Elvis Presley, The Beatles, Dire Straits, etc… Algunos suenan realmente bien y acercan el mito inalcanzable a sus fans, aunque éstos preferirán siempre al “auténtico”, lo que plantea algo parecido a la reflexión filosófica que sobre el “aura” de la obra original escribió Walter Benjamin en su obra La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica, ya en 1935. Esta fidelidad al original es en realidad equivalente a lo que algunos puristas buscan en la música clásica: fidelidad absoluta a la partitura, e incluso con instrumentos de época.

Volviendo al blues-rock, nuestros invitados de esta noche, el grupo Balcony, hacen un festivo acercamiento a los grandes de la música popular de las últimas décadas del siglo XX, creadores que están ya en un Olimpo más allá de las modas y los géneros y que formaron parte de la educación sentimental de generaciones anteriores: Bob Dylan, The Band, Van Morrison, Neil Young, Tom Waits, Cat Stevens

Balcony no busca siempre temas trillados ni una copia casi mimética de los originales, sino que lleva esa música a su propio terreno. Es habitual que muchos grupos (Beatles y Stones también “versionearon” en sus comienzos a míticos bluesman y rockandrolleros, en una evolución natural antes de componer sus propios temas) rindan homenaje a sus influencias en un ejercicio de reconocimiento que los hace cómplices de un público que maneja las mismas referencias y, por otra parte, los acerca a los más jóvenes, con unas melodías que hace tiempo que obtuvieron el beneplácito popular. Concierto en definitiva para promover la alegría desenfadada de un día de verano.

*Pepe Torres y Carita Boronska protagonizaron con un cuarteto el primer concierto de pago de ‘En ViBop’, el 14 de septiembre de 2007. En enero de 2008 Pepe Torres nos dejó repentinamente, sólos con su música.

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